BICENTENARIO, de Lidia Satragno -Pinky- (DESGRABACION TAQUIGRAFICA DEL DISCURSO DE LA DIPUTADA SATRAGNO) SESIÓN 26-05-10


BICENTENARIO, de Lidia Satragno

BICENTENARIO
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(DESGRABACION TAQUIGRAFICA DEL DISCURSO DE LA DIPUTADA SATRAGNO)
SESIÓN 26-05-10
BICENTENARIO

Sr. Presidente (Fellner).- Tiene la palabra la señora diputada Lidia Satragno

Sra. Satragno.- Señor presidente: creo que en vez de rendir homenaje a los hombres de Mayo, deberíamos hacerles un desagravio.

Es cierto que hace doscientos años había en la sociedad –lo ha habido entonces, lo hay hoy y lo habrá siempre- porcentajes de mediocridad, mezquindades y enfrentamientos.

Sin embargo, al lado de esas fallas, nuestros antepasados derrocharon genio, generosidad y espíritu solidario.

Aquellos patriotas tenían visión, objetivos y capacidad de lucha.

Contagiaban su patriotismo a la sociedad.

La invitaban a una gesta.

Hoy los argentinos no nos sentimos convocados a ningún esfuerzo común. No creemos en la unidad entre gobernantes y gobernados. No pensamos que nuestro bienestar está en manos de quienes conducen la Nación.

Quiero referirme a un hecho simbólico, no sin antes aclarar que yo soy de tablón: amo el fútbol, soy “cuerva” y, además, vibro con la selección.

Lo que me estremece es que hoy, en el Bicentenario de la Patria, la esperanza de ganar en Sudáfrica sea el único factor real de unidad nacional.

Hace unos días, en Israel, Charly García interpretó su versión del Himno Nacional ante millares de argentinos.

Al final no hubo vivas a la patria lejana.

La multitud comenzó a corear: “¡Volveremos, volveremos!”, como si solo la moviera la posibilidad de ser “campeones como en el 86”.

Lo peor es que para mí ese gesto sugería que en caso de perder la selección -Dios y Messi no lo permitan- nos quedaríamos sin ningún factor de unión.
Creo que todos debemos tomarnos el tiempo necesario para reflexionar y buscar las respuestas sobre qué papel cumplimos en esta sociedad.

Los que no somos Maradona, Mascherano ni “Pipita” Higuaín, ¿qué hacemos para que nuestros compatriotas se sientan orgullosos de ser argentinos?

¿De qué se ocupa la Cámara de Diputados?

¿Cuáles son los proyectos que trata y cuáles los que no trata?

¿Cómo van a cambiar nuestras decisiones la vida de los argentinos?

¿En qué vamos a ayudar a que la Argentina se desarrolle económica y socialmente?

¿Qué aporte haremos para ver si levantamos nuestra alicaída educación?

¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras la inseguridad se lleva a cientos o miles de vidas?

¿Seguiremos tolerando la desigualdad social obscena… obscena… obscena?

A mí me indigna cuando me dicen “¡Qué difícil, Pinky, hacer lo que deberíamos hacer! ¡Hay muchos obstáculos!” Los medios de comunicación no ayudan.

¿Era fácil construir, partiendo de cero, la armazón jurídica de un nuevo Estado, formar una burocracia, establecer un sistema judicial y crear un sistema monetario?

¿Era fácil enfrentar a los fogueados militares realistas?

¿Era fácil improvisar ejércitos con desertores, libertos y presos?

¡Ay, señor presidente! ¿Era fácil que un abogado como el doctor Manuel Belgrano ganara las dos batallas más trascendentes de nuestra historia patria: Salta y Tucumán?

¿Era fácil cruzar los Andes para liberar Chile y luego ir por mar para liberar el Perú?

Los obstáculos que hoy tenemos son ínfimos, ridículos al lado de los que debieron superar nuestros héroes.

No busquemos excusas.

No convirtamos el Bicentenario en un show frívolo e intrascendente.

Como ferviente belgraniana que soy –el señor presidente lo sabe- pido que oigamos lo que hace tantos años nos quiso enseñar Belgrano. Dijo:

“Este país que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será un país desagraciado, si esteriliza la feracidad de sus tierras y desatiende su industria”. Pero eso no es todo. Sin educación nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos.

También dijo: “Me hierve la sangre al observar tantos obstáculos, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria”.

Belgrano nos enseño qué debíamos hacer.

Pero también nos enseñó cómo debíamos hacerlo.

Dijo: “que era necesario trabajar por la Patria poniendo voluntad, no incertidumbre. Método, no desorden. Disciplina, no caos. Constancia, no improvisación. Firmeza, no blandura. Magnanimidad, no condescendencia.”

Él lo cumplió.

Además, recomendó que los gobernantes no buscaran “glorias ni honores”, y que no respondieran a “intereses” distintos a los de la Patria.

El día en que todo esto sea verdad en la Argentina podremos festejar sin hipocresía.

Ojalá sea el 9 de julio de 2016.

Ellos lo hicieron en seis años. Nosotros, ¿por qué no? (Aplausos.)

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