Umberto Eco: «Berlusconi es un muerto viviente muy peligroso»

De Hoy.es publicado originalmente por Jose Buhardilla


El escritor italiano habló de su provocativa 'El cementerio de Praga', una novela que derrocha tanto cinismo como inteligencia 

14.12.10 - 00:22 - 

Risueño, sonriente, corrigiendo de vez en cuando a la traductora, el escritor, semiólogo y ensayista italiano Umberto Eco (Alessandria, Piamonte, 1932) se divirtió de lo lindo respondiendo a la batería de preguntas que le proponían los periodistas. «¿Berlusconi? Un vampiro, un zombi, un muerto viviente, pero un muerto viviente muy peligroso». «¿Las filtraciones de Wikileaks? El mundo está plagado de falsificaciones, aunque nunca poseemos todos los datos para diferenciar lo que es cierto de lo que parece que es cierto». «¿Críticas del Vaticano a mi novela porque digo la verdad, que entre los jesuitas había mucho antisemita? Las doy por bien empleadas: han conseguido que las ventas aumenten en 100.000 ejemplares».
Unas veces complaciente, otras punzante, Eco habló de su última novela 'El cementerio de Praga' (Lumen) con la misma insolencia y el mismo cinismo que lo hubiera hecho su protagonista, Simone Simonini, un personaje refinadamente malicioso, deliciosamente perverso. En la rueda de la prensa, el semiólogo jugó a ser Simonini. «No entiendo cómo en Italia se han vendido en una semana 600.000 ejemplares de mi novela; bueno, lo puedo entender cuando pienso que es un pueblo que vota a Berlusconi». Dijo que no le agrada que el público confunda las ideas y los comportamientos del protagonista de su novela con las suyas. «Simonini odia a los judíos, pero eso no significa que yo los odie; es más, tres comunidades hebreas me han invitado a presentar el libro en Jerusalén; esto significa que los judíos son muy inteligentes».
Jugando con las palabras, las ideas y los conceptos -al igual que hace en 'El cementerio de Praga-, Eco fue dejando las huellas de su personalidad en el Círculo de Bellas Artes. En las primeras líneas de la novela, dice Simone Simonini. «Los alemanes son el más bajo nivel de humanidad que he conocido. Un alemán produce de media el doble de heces que un francés». Y poco después: «No tengo amigos judíos (Dios me guarde), siempre he evitado a los judíos. Quizá los haya evitado por instinto, porque al judío como al alemán se lo reconoce por el olor». Pero el tono de la novela no es despectivo. El lector recibe estos mensajes como si los dijera un loco, un excéntrico o una persona que se ríe de todo, incluido de sí mismo.
El autor de 'El nombre de la rosa' ha creado al «personaje más repulsivo de la historia de la literatura», pero esto -se le nota en el gesto, en la sonrisa, en la pachorra- le produce un inmenso placer. Simonini es un piamontés de 67 años, un misógino que, desde muy joven, se dedica al noble arte de crear documentos falsos. «Me inspiré en los folletines de Alejandro Dumas y Eugenio Sue para dar fe de complots inexistentes, fomentar intrigas o difamar a las grandes figuras de la política europea». El autor sostiene que todos los personajes -excepto el protagonista- son reales. Y llega más lejos: «Son reales en el siglo XIX, pero también lo serían en la actualidad».
El autor de 'Apocalípticos e integrados' se jacta de los «latinajos» que introduce en sus novelas. «Me encanta torturar al lector».

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